Caparrós y su ajedrez táctico: cuatro onces distintos para salvar al Sevilla

Caparrós y su ajedrez táctico: cuatro onces distintos para salvar al Sevilla

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Joaquín Caparrós ha vuelto al banquillo del Sevilla FC con una misión clara: evitar que el equipo se hunda en el tramo final de LaLiga 2025. Pero lo ha hecho a su manera, con experiencia, intuición y sobre todo, con una enorme capacidad de adaptación. En apenas cuatro partidos al mando, el técnico utrerano ha utilizado cuatro alineaciones totalmente distintas, demostrando que cuando faltan certezas, la flexibilidad se convierte en virtud.

El primer movimiento de Caparrós fue el más conservador: ante el Deportivo Alavés, apostó por un clásico 4-4-2, buscando solidez y orden. Sin embargo, un empate sobre la bocina le obligó a cambiar el plan. El Sevilla no solo necesitaba orden, también chispa y valentía.

Así llegó la segunda variante, un 4-2-3-1 frente al CD Leganés. Saúl Ñíguez tomó el rol de enganche para darle más creatividad al juego. El equipo generó más, pero la pólvora seguía mojada. Otro empate frustrante que mantenía al club en la zona baja y a su afición con el corazón en la garganta.

El partido ante Osasuna fue, quizás, el mayor desafío táctico de Caparrós. Solo 14 jugadores del primer equipo estaban disponibles, lo que obligó a incluir a canteranos como Manu Bueno y Álvaro García Pascual. Con el 4-3-3 como esquema de emergencia, el técnico tuvo que moverse con precisión quirúrgica para cumplir la norma de LaLiga, que limita a cuatro futbolistas del filial en el campo. Fue una clase maestra de gestión de recursos, aunque el resultado no acompañó.

Para el cuarto acto, en casa contra el Celta de Vigo, Caparrós volvió al 4-4-2, esta vez con un dibujo más ambicioso: Lukebakio y Suso por las bandas, y una delantera joven y dinámica con Isaac Romero y Álvaro García Pascual. El Sevilla fue intenso, presionó arriba, buscó el gol… pero el marcador volvió a negarse.

Cuatro partidos, cuatro ideas. Caparrós no repite fórmula, porque sabe que el contexto lo exige. Pero detrás de cada once hay un mensaje: no se rinde. Ajusta, prueba, arriesga. No está aquí para figurar, está aquí para luchar hasta el último minuto.

Eso sí, los resultados no terminan de acompañar, y el margen de error se estrecha jornada tras jornada. La permanencia pende de un hilo, y aunque Caparrós ha logrado mantener la dignidad competitiva, el Sevilla necesita transformar esas buenas intenciones en victorias urgentes.

Lo que no está en duda es el compromiso del técnico con su escudo. Pocos conocen las entrañas del club como él. Y si alguien puede encontrar una salida en este laberinto, es precisamente quien ha sabido reinventarse cuatro veces en apenas dos semanas. Caparrós juega su propia partida de ajedrez, y aún no ha dicho jaque mate.